Junto a otras muchas patologías, los pacientes afectados de enfermedades neurológicas son uno de los grupos que recibe mayores beneficios de nuestras terapias ecuestres. Estas personas ven notablemente mejorada su calidad de vida con cada sesión. Y, a lo largo de este año, estas sesiones son posibles gracias a la ayuda que la Fundación ”la Caixa” y CajaSol otorgaron a nuestra asociación como beneficiaria de la Convocatoria Territorial Andalucía 2021.

Los beneficios de los ejercicios con el caballo para pacientes neurológicos están ampliamente estudiados y reconocidos en la comunidad científica desde hace décadas. Pero en nuestro centro, el alivio de los usuarios empieza siempre por construir una relación de confianza entre ellos y el caballo. Con cada sesión, los pacientes van perdiendo el miedo y se dejan guiar por nuestros monitores y fisioterapeutas y, por supuesto, por el animal.
Es el calor del cuerpo del animal y los movimientos que les transmite durante la monta lo que aporta mayores efectos a la salud de los usuarios. De la misma manera que un masaje nos puede aliviar las tensiones musculares del estrés, así actúa el calor y el movimiento del cuerpo del caballo a gran escala en estos pacientes: disminuye su dolor y su rigidez.
Además, casi sin pensarlo, la persona estimula sin esfuerzo su musculatura: aumenta su masa muscular y su fortaleza. De manera involuntaria, con cada sesión trabaja su equilibrio sobre el caballo, lo que corrige su postura y aumenta su capacidad motora.
Hace dos años, en un reportaje que publicó El Correo de Andalucía sobre nuestra asociación, el fisioterapeuta que trabajaba entonces para nosotros lo explicaba así:
El caballo tiene tres principios terapéuticos en la hipoterapia que son esenciales: el propio calor del caballo, que disminuye el tono de la musculatura y el dolor; los impulsos rítmicos, que provocan un mayor equilibrio y enderezamiento del tronco; y el patrón de locomoción tridimensional, que sería la transmisión del patrón de la marcha del caballo a la columna del paciente, de tal manera que la espalda de la persona se comporta como si estuviera andando, aunque no pueda andar.
Así, pasito a pasito, los pacientes adquieren a largo plazo unas habilidades físicas que, antes de iniciar la terapia, podían parecer fuera de su alcance. Y de esta manera no solo se mejora su calidad de vida a nivel físico sino también emocional.